El estilo musical bailable denominado
"Mambo" fue apuntado por el pianista, contrabajista y compositor
Orestes López e interpretado por Antonio Arcaño.
En la confección de la parte final del
Danzón titulado "Mambo", Orestes López utilizó un motivo sincopado,
con el que los treseros de Son iniciaban sus montunos.
Sobre este motivo, Antonio Arcaño, director
y flautista de la entonces famosa orquesta Las Maravillas de Arcaño (1938)
restableció la tradición creada por el flautista Miguel Vázquez "El
Moro" de improvisar variaciones de flauta de larga duración.
Antonio Arcaño y su orquesta provoca un
nuevo clímax que los bailadores desarrollan hacia una euforia indescriptible ya
que hasta entonces estaban un poco constreñidos por el patrón rítmico del
Danzón.
Al enriquecer la percusión de la orquesta
con una tumbadora, Arcaño crea definitivamente una nueva modalidad de Danzón,
un ritmo nuevo que crea adeptos y enemigos.
Este nuevo ritmo es bautizado como
"Ritmo Nuevo" y su parte movida es denominada "Sabrosura"
por unos, "Diablo" por otros y "Mambo" por la mayoría.
Las Orquestas de Antonio Arcaño, Joseíto
Valdés "La Ideal", Orquesta La Unión y la Orquesta Melodías del 1940,
son las más populares del momento que comienzan a incluir entre sus números el
incipiente Mambo.
Ya explicamos como la palabra Mambo se
utilizaba en Cuba para definir los cantos rituales aportados por los esclavos
Congos y su música Bantú.
(Antonio Mora en De Orilla a Orilla) Elio
Orovio escribe en "Música por el Caribe":
En 1939 tuvo lugar un hecho histórico que
estremeció los cimientos de la música cubana.
El danzón, estrenado por Miguel Failde en
1879, había conocido innovaciones sustanciales, como fue la aportada por José
Urfé, en 1910, al introducirle elementos del son oriental, o la posterior de
Aniceto Díaz, en 1929, con su danzonete.
Pero lo que ocurrió entonces, con el
estreno del danzón Mambo de Orestes López, interpretado por la maravillosa
orquesta de Arcaño, puede calificarse como detonador del cual salió proyectada,
en varias direcciones, nada menos que la modernidad de la música popular de
Cuba.
Con la línea musical inaugurada por Antonio
Arcaño y sus Maravillas, entraban a nuestro medio sonoro factores rítmicos,
melódicos y armónicos que determinarían el cauce posterior.
Esos danzones fueron llamados de
"ritmo nuevo", y sus melodías presentaban, con su inseparable calidad
y originalidad, la adopción de lo mejor de la expresión universal -junto a
fragmentos sinfónicos, una muy notable incorporación de trozos derivados del
jazz - y, armónicamente, una complejidad y "atrevimiento" que aún
hoy, a cincuenta años de distancia, sorprenden.
El padre de la criatura es el estilo
sincopado, que estaba en los montunos del añejo son oriental.
El acompañamiento
del Mambo, de Orestes López, y de aquellos danzones de "ritmo nuevo"
creados por sus hermanos Israel y Coralia, Antonio Sánchez, Félix Reina,
Enrique Jorrín, se basa, como ha sido dicho, en las figuras rítmicas con que
inician sus acompañamientos los treseros de son.
La parte básica, en los danzones mambeados,
la realizan los violines en pizzicato, el bajo ejecutando un "tumbao"
sonero, la percusión subrayando los tiempos fuertes del compás (con la adición
de la tumbadora, nunca antes presente en el danzón) y el piano acentuando la
síncopa.
Por sobre ese andamiaje, la flauta realiza
improvisaciones delirantes, a la manera de los solistas de jazz y de son.
Dámaso Pérez Prado toma todos esos
elementos, experimenta, y de ahí surgen sistemáticamente, los Mambos que
inauguraron mundialmente el género.
"Rico Mambo", en 1951, fue el
primero en popularizarse.
Tiene influencias del jazz.
En el Mambo en la sección de metales logra
cosas extraordinarias con la melodía, la armonía y el ritmo, apoyada por los
saxofones, mientras la percusión cubana pone la base necesaria.
Gracias a mi querida Amiga Narby Yzaguirre
por colaborar con Sones y Soneros.
El mambo se baila así!!!
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